Miranda Rodríguez
Siddharta es una palabra que traduce algo así como
"deseo satisfecho", y reproduce el llamado hecho por Hesse para que
el ser humano busque dentro de sí mismo la unidad con el mundo, en la forma de
sansara y nirvana o, lo que es lo mismo, como mundanidad y santidad, dos
aspectos presentes en la vida humana.
No puede obviarse la evidente similitud con la vida de
Siddhartha Gautama, fundador de la religión budista y que comunmente se le
conoce como Buda. El relato está cronológicamente ambientado en la época donde
nació este personaje al que Siddhartha incluso llega a conocer y con el que
mantiene una interesante conversación donde se pone de manifiesto una de las
bases de la doctrina budista: Buda no es dios, ni siquiera es único. Cualquiera
puede acceder a la divinidad si encuentra su propio camino. Las doctrinas pueden
enseñarse pero solo una búsqueda intensa del propio yo puede llevar al iniciado
al encuentro de la perfección, de la unidad universal y del Nirvana.
Durante el relato Hermann Hesse propone al lector las muy
diversos encrucijadas espirituales en los que todo ser humano, de cualquier
cultura y época, puede encontrarse y sobre los que aprovecha para reflexionar.
Lo más representativo de la espiritualidad oriental al servicio del occidental.
Todo un lujo literario que Hesse resuelve con algo más que oficio y
profundidad. Su sencillez, su estilo poético, de gran belleza narrativa, su
profundidad emocional, su espiritualidad y sensualidad hacen de esta novela una
de las mas fascinantes experiencias literarias que han caído en mis manos.
Tras haber conocido el mundo en sus amplios colores, el
hombre Siddharta entra en crisis. Al parecer todo ha perdido sentido en la
voluptuosidad y nada de lo que hizo en su pasado de asceta tiene valor para él.
Esto lo lleva a pensar que su existencia está de más, por tal razón decide
quitarse la vida. Pero el mundo aún tiene mucho que ofrecerle. Muchas sorpresas
vienen: el encuentro con Vasudeva, el barquero, quien le ayuda a hallar la
unidad de su ser con la naturaleza; Govinda, el amado amigo, heredero de la
doctrina de buda; Kamala y su pequeño hijo Siddharta.
“(...) el mundo mismo, lo que existe a nuestro alrededor y
en nuestro propio interior, nunca es unilateral. Jamás un hombre o un hecho es
del todo sansara o del todo nirvana, nunca un ser es completamente santo o
pecador” (Pág. 149)
Ninguna doctrina tiene la fuerza que puede tener
la búsqueda del interior, de la conciencia. Las doctrinas sólo son palabras,
sólo palpitan vocablos. La verdad no se encuentra toda en los libros, sino en
la interacción del yo con la naturaleza, con la experiencia de lo humano.
Gotama era grande no por lo que dijo o llegó a pensar, sino por las obras que
hizo por la humanidad y por su existencia misma.http://es.wikipedia.org/wiki/Siddhartha_(novela)
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