Miranda Rodríguez
Esta obra es revolucionaria en el sentido de que le da un
giro al teatro. Pirandello es el primero en meter teatro dentro del propio
teatro. Se confunde la realidad con la ficción. Los personajes de la obra son
controversiales y multifacéticos: parecieran dotados de personalidades
múltiples.
Al ser una familia disfuncional, todos están en contra de
todos. La noción del público que participa dentro del teatro, parece ser
introducida por vez primera.
La obra es útil para comenzar a conocer a este autor, que
obtuvo el Nóbel de Literatura en 1934. En cierta forma, enfrasca los pesares,
turbaciones y angustias propias del autor. Asimismo, la imposibilidad de
comunicar un mensaje entre humanos, si se considera que las palabras son tan
abstractas que se pierden en el vacío de la no-forma.
En un momento en particular, la obra hace notar que el padre
le entrega un argumento que perturba al director pues le quita cualquier
oportunidad a la verdad en su vida. Le explica que él como personaje siempre va
a ser más real y genuino que un ser humano común, pues por lo menos él tiene el
camino trazado e inmodificable en una historia. Y por otra parte, la realidad
actual del director, o de una persona común, siempre va a ser la ilusión del
mañana. Con esto se refiere a que los anhelos de hoy, de cualquier persona, se
traducirán a una nada en el futuro. ¿O acaso seguimos siendo los mismos que
éramos, o queremos lo mismo que queríamos atrás? Lo más seguro es que no sea
así. Desde que nacemos entramos en un espiral de contradicciones que sólo
generan ilusiones de lo que somos ahora. Todo esto, en combinación con el
sinsentido de la existencia humana que propone el autor, nos deja estupefactos
y en una depresión terrible, como al presuntuoso director que parecía saberlo
todo.
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