Por: Ricardo Alonso Arias Bernaus
Esta obra literaria (escrita por Federico Gamboa en 1908)
presenta la historia de una joven de 19 años que por azares del destino se ve obligada
a convertirse en una prostituta en un burdel de la ciudad de México.
Después de que pasa la noche con su primer cliente, un
gobernador, éste le pide que por favor le contara su historia. Al parecer, Santa vivió en un ambiente de
limitación económica y problemas familiares. Su madre y hermanos trabajaban en
una fábrica y no parecía haber señal alguna de su padre. Un día llega Marcelino
Beltrán, un militar de alto rango. Su inocencia adolescente hace que ella se
entregue a él. Esto resulta con un embarazo (obviamente) no planeado. Aborta y
la corren de su casa.
Su historia continúa, pero no se hace más fácil. Todo lo
contrario, cada vez se le imponen más y más obstáculos. ¿Será esto a causa del
contexto en el que le tocó vivir? ¿O es una vida ya predeterminada? Al
acostarse con Marcelino resultó su embarazo, sin embargo, ¿esto a qué se debió?
Pudo no acostarse con él, pero el contexto en el que creció la moldeó sin
figura paterna a la qué seguir. Además, era una vida laboriosa con poco
descanso. La edad, el contexto y el hombre se presentaron en un tiempo
conjunto, presentando todos los factores para que ella accediera a acostarse
con él.
Esto señala que su
embarazo fue una predeterminación en base al contexto que fue presentado en ese
momento. No obstante, también puede ser predestinación, ya que la llegada de
Marcelo y el embarazo en sí, fueron factores aleatorios con una inmensidad de
variaciones. Pero por una razón u otra, la situación se dio de esa manera
específica, desenvolviendo toda una reacción en cadena llena de miseria.
¿A quién se le puede culpar su final trágico, la cual la
llevó a una muerte prematura? Si culpamos al destino, estamos admitiendo tener
una ligación concreta con “lo que debe ser”. Esto nos dejaría sin poder de decisión
sobre nuestras propias vidas. Pero si culpamos a nuestro contexto, estamos
diciendo que nosotros estamos basados en todo lo demás, es decir, nosotros no
somos “nosotros” sino que somos “todo”.
Samuel Beckett
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